domingo, 7 de junio de 2009

Las paradojas sentimentales del eterno sufrimiento

(Por gato loco)

Hablo en un tono netamente personal. Es propio entonces de estas palabras subrayar cosas de cierta relevancia en mi persona y que espero tenga también al menos algo de interés en quienes lean esto. Es el estilo de algunos (quiero creer que es el mío) de describir situaciones reales del modo aparentemente más pedagógico posible. ¿A qué me refiero? Pues igual que cuando nos topamos con problemas de cierta dificultad, digamos que en el campo de la matemática o de las ciencias naturales, es preferible comenzar aprendiendo a situarnos en casos más sencillos, con menos variables en juego (como se llamaría usualmente casos que tienden al ideal) y es así como, a partir de poder resolver estos casos un poco más simples, nos permiten un entrenamiento que nos permita encarar con más posibilidades de salir airosos cuando tengamos que toparnos con los grandes problemas reales, en este caso volviendo a la intención de este artículo, a solucionar ó por lo menos intentar entender el por qué de estas paradojas tan sumamente repetitivas a lo largo de nuestras vidas pero que francamente me parecen ridículas y de completa pérdida de tiempo.

Empecemos por el típico caso del amigo ó de la amiga. En mi caso más lo he escuchado de parte de amigas, no lo sé, probablemente las mujeres le entran más en confianza para hablarte de estas cosas a los hombres (debe ser por esa búsqueda inconsciente de que alguien del sexo opuesto se sensibilice ante su “drama existencial”). Y me comenta que “está mal” (claro que está mal pero ella es la culpable, no la víctima…a ver pues, díselo para que veas como se achoran), que siente que su mundo construido en base a la relación con él se desmorona, que han pasado 5 años de relación y lo peor…bueno, no sé realmente qué adjetivo usar (en realidad en una conversación cotidiana con alguien de confianza me sobrarían pero algo me dice que debo tener más tino a través de este medio). En fin, omitiendo adjetivos, simplemente menciono lo que he escuchado “No creo que encuentre a alguien como él”.

¿Patético? ¿Pesimista? ¿Realista? ¿Muy humano? No sé en verdad qué pensar. Yo trato de cuestionar aquello desde mi humilde perspectiva pero fracaso rotundamente. “Eso lo dices tú porque no sientes lo que yo siento”. En este punto, entra en discusión algo que a veces me pregunto: ¿El conocimiento deriva de la experiencia? O más claro aun, ¿es siempre así en las relaciones estables de pareja? Son muchas preguntas y se supone que ya debería estar intentando contestar algunas. Tarea difícil, que no le quepa la menor duda estimada lectora/lector.

Supongo que son sentimientos muy fuertes que no pueden desparecer tan fácilmente. Pero, ¿no es acaso insano sufrir durante un buen período de tiempo por cosas así? Y es que en algunos casos, estas declaraciones poco serias de féminas sin remedio (y probablemente de hombres también pero no forman parte de mi experiencia) son tan repetitivas que realmente ofenden a quienes intentamos ser algo lúcidos en momentos realmente críticos para la especie humana. Simplemente no puedo entender por qué este afán de sufrir tanto, de persistir en esa cámara de gas que piensan formar cuando se hayan dado el SÏ en un matrimonio estéticamente bonito, llena de ilusiones que me supongo deben provenir de la belleza de los decorados nupciales ó de la lista interminable de invitados con sus respectivos regalos para la nueva pareja que al final terminará condenándose y encima bajo un contrato legal. Es difícil de imaginar y en este caso no funciona eso que John Lennon diría hace muchos años “Es fácil si lo intentas”.

La inminente decadencia moral nos ha conllevado a ver a la infidelidad, el maltrato emocional ó los celos enfermizos como situaciones justificadas. Claro en a primera vista se le condena, se da el respectivo grito al cielo pero aparece la típica frase “Pero te comprendo”. Y es que ya casi nadie escapa de estas situaciones, entonces cómo vamos a condenar algo que ya pasa en reiteradas ocasiones y que termina siendo un tema tan clásico en los cotorreos del día a día.

Me preocupa que la gente se aferre a seguir luchando por relaciones tan malgastadas
, amparándose en la cuestionada hipótesis de que ese es la persona indicada y que si cometió errores, pues tengo que comprenderlo porque todos somos débiles y que además yo también me he equivocados. Entonces, estamos justificando algo que en principio deberíamos condenar radicalmente ya que al seguir al lado de esa persona pretendemos construir algo que dentro de los convencionalismos sociales representa el pilar de la sociedad llamada familia en base a aprender a soplarnos situaciones inadmisibles que nos hacen daño directo sólo por ser “feliz a largo plazo”.

Para mí francamente no tiene ningún sentido y constituye una total pérdida de tiempo. Gente que se te acerca y te cuenta sus cosas (cosa que uno siempre debe apreciar pero eso no quita que uno no deba dar una opinión cruda pero sincera). La gente sufre por amor, se acerca al amigo en esos momentos difíciles, busca llenar ese vacío que le deja el ser querido y maldito a la vez por su ausencia y te conviertes en una suerte de paño de lágrimas reciclable porque dicha situación se repetirá una y otra vez. Pero pasado unos días, triunfa el amor, los sentimientos que alguna vez dicen aquellos incautos hizo florecer el amor entre ellos, ese “amor puro y sincero” que los llevará a una vida eterna juntos pero que sin embargo, nunca estuvieron a la altura de enfrentarse a pruebas de fuego como una invitación a lo prohibido, a lo que no se le debe hacer a la pareja. Lo contradictorio es que son ellos quienes más hacen hincapié en que eso no se debe hacer, no obstante, son ellos los que más fallan ó los que simplemente terminan perdonando, en nombre de esa ilusión marchita que nunca existió entre ellos: el amor. He ahí la paradoja señoras y señores. ¿La solución? Enamórense para no sufrir.

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